lunes, 30 de junio de 2014

Aquella fría noche en aquel paradisiaco lugar mis manos quemaban y fundían el más frío de los icebergs. Allí estaba yo,sentado, contemplando mi blue ocean,acariciando suavemente el borde de aquella copa con mis dedos ensangrentados,sabia que si eso no era mi final era lo más cerca de lo que lo había estado. Preguntando los motivos que me habían llevado a encontrarme en tal encrucijada me encontraba nuevamente en el lugar dónde tuvieron el lugar de mi inicio de mi desgracia y decadencia. En esta calle,esta maldita calle,un estrecho callejón de Bristol,en donde las alegrías son desconocidas y las desgracias y lamentaciones pasean libremente a cualquier hora del día. Todavía recuerdo aquel día como,si fuera ayer, típico día de invierno. Las calles cubiertas por aquellos maravillosos copos de nieve que conseguían sacar de mi el instinto de cualquier jovencito. Los chicos se habían levantado temprano ese día,sabedores de que para ellos no seria un simple día de colegio más,sino el momento ideal de disfrutar y dar rienda suelta a la imaginación. Con sus guantes y bufandas ya puestas me arrastraron rápidamente hacia la puerta de la casa sin siquiera tiempo para rechistar. El paisaje me llevó a tiempos pasados, tiempos de mi tierna y amarga infancia...

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